jueves, 11 de febrero de 2016

EL AMOR EN EL DÍA DE LOS ENAMORADOS




EL AMOR EN EL DÍA DE LOS ENAMORADOS

Si algún término de cuantos manejamos salió denostado, tergiversado, manipulado, malversado y confundido por encima de todos los demás, (sólo equiparable a aquel otro concepto compañero de andanzas esquivas, “la felicidad”), es el amor sin duda el que se lleva la palma por su extensa utilización mercantilizada, hipócrita e interesada hasta lo insondable.

Pues insondable se tornó por enterrado en toneladas pétreas, aquel antiguo concepto tan puro, tan sustancial y tan importante, hasta el mismísimo punto de retorcerse desde su cuna, perdido en una vorágine de despropósitos a plazo fijo, de mercachifle y tómbola de feria, de tonadilla y grandes producciones, vendido al peor impostor, lastrado y quemado, esculpido en Cupidos mil veces repetidos y repartido en escaparates luminosos de grandes y pequeños almacenes, costosas joyas representativas y rojos corazones hasta en la sopa. 

El valor de la energía primordial de la vida, de aquello que realmente somos más allá de toda duda, fue así descuartizado en millones de instantes adulterados, mientras citábamos su nombre vacío en cada recodo del camino, sembrando sus campos prestados de las semillas de su ausencia, firmando el contrato de su negación, día a día, desde aquellos primeros días hasta el de hoy, que dieron paso a un lugar colmado de sangre y odio, de guerra y demencia despiadada, de angustia generalizada e incomprensibles desequilibrios infrahumanos; títere y desolado hasta la estupidez vendida en forma de tecnología punta, y a todo color:

Véase hoy cualquier telediario. 

En este mundo conocido y a estas alturas del nuevo milenio, el día de los enamorados como representante del amor al que todavía osa hacer referencia, comienza a sonar, o debería, 
a chiste malo.

Habremos de suponer, que nada tiene de particular comprar un buen regalo de forma “autónoma y liberada”, “desinteresada e independiente”, ese “auténtico día”, el “día de los enamorados”, para confirmar nuestras intenciones más profundas para con nuestra mejor compañía, pero afinemos bien antes nuestros dormidos oídos, porque las carcajadas del plan cósmico, si alguna vez lo hubo, tendrán que resonar primero desde el centro mismo de nuestra galaxia… desde ese corazón de Alción, que si ahora nos obsequia con algún rayo de luz lejano, por tenue que nos ilumine, será para liberar de golpe nuestra sordera, haciendo temblar la enorme sombra que se oculta tras este soberbio y monumental escaparate de disparate; de trucos prefabricados y ponzoñas envueltas en papel de regalo.  

El amor brilla como nunca con toda la fuerza de su ausencia y no podrá todavía brillar con toda la fuerza de su PRESENCIA, porque sencillamente nos dejaría ciegos, pero más nos valdrá ir preparando nuestra pequeña parcela de terreno, porque la realidad del mundo golpeará con toda su impronta enquistada, y corren vientos que hacen apremiar el paso…
Arrecia la tormenta invisible que no soportarán los velos, y cuando estos se caigan, la vergüenza ya no tendrá sitio donde esconderse, ni la mentira donde asirse, ni la hipocresía un solo resquicio donde se pueda sostener.

Pasamos la frontera del 2012 y en este tránsito de aforo completo, las palabras se conjugan y fluyen a pulso entre los tiempos quietos, saltando como aleluyas y señalando aquí y allá, hasta gozosas, la danza impecable de una visión nueva que mira el centro justo de cada cosa, sólo un poco más abajo de su habitual línea de flotación, con esos flamantes rayos de luz que van iluminando zonas ayer en penumbra, poco a poco anunciando el incontestable fenómeno de su liberación plena, al compás del canto de un coro de delfines y ballenas, testigos milenarios del fondo de cada una de nuestras más oscuras profundidades.

Arrecia la tormenta en secreto y los guardianes de la verdad preparan la llave bruñida de los
silencios muertos, abriendo la puerta de la cámara sagrada desde donde todo renace y todo vuelve a florecer.

El Amor verdadero o es uno, es de todos y lo impregna todo, o es su sombra.

Y su sombra ha sido todo cuanto pudimos conocer.

El AMOR con mayúsculas, no entiende de lucecitas de colores ni de momentos de felicidad; 

Simplemente ES o NO-ES. Y es la verdad radical, y es la razón pura y es el alma desnuda.

Y es el silencio que guarda el secreto de toda la creación.

Y es la liturgia eterna de la vida en toda su plenitud.

Y es la fuerza que espera pacientemente sentada dos mil, diez mil años, sin una sola queja, hasta ser por fin reconocida en el sitio exacto donde está, de donde nunca se movió ni un solo ápice:

El centro mismo de cada uno de nosotros.

Amar no significa estar enamorado, sino saber mirar de frente al mundo con todos sus pecados, morir con el, y renacer para contarlo.

Amar no puede ser vivir penando en soledad el pago de la televisión que te condena, mientras tu hermano muere dentro de la caja de cartón que la envolviera.

Amar es conocer la verdad y obrar en consecuencia.

Amar,  es consciencia y es coherencia, o en su ausencia, es sufrir una dolencia…

El día en que aprendamos a respetarnos con un mínimo de soltura, no seremos capaces de salir a la calle sin ver el mundo como realmente es, no como nos lo pintan. Y entonces y sólo entonces el mundo contará con una posibilidad nueva.

La tuya.

Justo la que faltaba.


 JOSÉ VASO

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